Asistir a un entrenamiento de Villa El Libertador Rugby es comprobar las ganas y el esfuerzo por superarse para defender los colores del club del barrio.

Hay mamás como Rosa Bustos, que desde el año pasado, lleva a sus cinco hijos caminando desde Ampliación Cabildo para entrenar al predio de la Universidad Católica. “Estoy contenta. Todos juegan al rugby”, dice, refiriéndose a Jeremías, Sabrina, Braian, Joaquín y Ciro. 

Jonás Vázquez es M13 y juega desde los cuatro años. “Me gusta golpear, jugar a lo bruto”, dice a La Décima. Su prima Pía Bustos cuenta que le gusta el rugby porque “hice amigos y vengo con mis primos”. Ambos son de barrio La Esperanza. 

Catriel Lovaiza, de Villa El Libertador, sueña con jugar en Los Pumas. Juega desde los cuatro años. Hoy tiene 15 años. “Aprendí muchas cosas, me gusta mucho el deporte. Hice muchos amigos acá y en otro club. Mi sueño es jugar en Los Pumas. Lo voy a intentar hasta poder entrar”. Sus tres tíos juegan en Primera. 

Carina Rodríguez es una mamá que un día fue a llevar a sus hijos “nos gustó y nos prendimos”, dice refiriéndose a un grupo de madre. “Hace del 2019 y ya estamos jugando campeonatos. Me gusta el ambiente, el juego, lo que se genera adentro de la cancha, el tercer tiempo”, dice.

Florencia Avalos también confiesa su amor por el deporte: “Me gusta el respeto, respetás y cuidás mucho a tu compañera. Me sirvió como para descargar muchas cosas de ser mamá, despejar la mente y  hacer ejercicios físicos”. 

Jorge Sosa es el entrenador de la Primera. “Este año decidí volver como entrenador. Yo vengo del club Universitario y llegar acá donde no sabías cómo te iban a recibir, la verdad me abrieron los brazos, fue como mi casa. Pertenecer al club se valora muy mucho porque se sabe del esfuerzo que hace cada uno”, dice Jorge. “Muchos se golpean el domingo y quieren seguir jugando y yo les digo: Acordate que mañana trabajas, porque no tenés obra social, no tenés nada. Significa muy mucho para mí estar al frente de ellos y enseñar valores”, dice. Compara que “la diferencia con otros clubes de poder adquisitivo se nota. Este año se notó en el fichaje donde nos cobraron 90 mil pesos; hicimos una rifa, donamos diferentes premios y entre todos la vendimos y pagamos el fichaje porque si no tenés 23 jugadores fichados no podés jugar. También se nota no tener la indumentaria completa o los accesorios para hacer las actividades, pero tratamos de salir adelante. Al principio, no ahora, nos decían “ahí vienen los negros”. Eran cosas que emocionalmente te duelen, porque ellos no saben el tipo de vida que tienen los chicos, pero después de que salimos campeones en el 2018 (obtuvieron la copa de bronce) cerramos muchas bocas”. 

Para sumarse a las prácticas del club martes y jueves de 18.30 a 20 horas en el predio de la Universidad Católica. La escuela es gratuita para los infantiles. 

 

 

 

 

 

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