Mientras estamos tan atentos a cómo cerrarán el campeonato Boca y Racing y cuánta fuerza les harán Independiente y River, en la LPF pasan otras cosas.
Que el Argentinos de Milito y Ávalos se está metiendo en la Copa y les clavó una fabulosa presión para hoy a Huracán y Gimnasia. Que el envión inicial de Estudiantes le dio aire para entrar a la segunda copa aunque se cayera después de pelear la Sudamericana y tirarse de cabeza a entrar a la Libertadores. Que Atlético Tucumán se quedó sin nafta, tras arrancar desde los sótanos y no solo alejar las zozobras de la pérdida de categoría, sino también dar pelea arriba.
Emotivo: Torrico y Ortigoza reciben a sus hijos, que traen la Copa 2014 (Foto Juan Manuel Foglia).
Y que San Lorenzo tiene un feliz cierre de temporada. Además de disfrutar de una despedida con galas para dos de sus próceres de la Libertadores 2014, los queridos Ortigoza y Torrico, cerró el torneo a cancha llena entrando a la próxima Sudamericana, algo por completo impensable hasta hace unas semanas, con un sprint final de cuatro triunfos al hilo.
Al Ciclón, como a casi todos los que consiguen algo en esta liga, lo favorecieron la irregularidad y las inconsistencias de la mayoría. Pero a la hora de hacer los recuentos, habrá que poner un ojo en los méritos que les cambiaron por completo el humor a los hinchas, que hacían cola para ir a putear a la dirigencia y hoy ya no ven el futuro con aquel pesimismo.
Con Ruben Insua, el equipo tuvo una evolución más fuerte en lo mental que en lo futbolero; empezó por no perder (tiene menos derrotas que Boca y e igual cantidad que Racing) los partidos que antes perdía, y terminó ganando los que antes no ganaba.
Insua gestionó los últimos esfuerzos de Orti y Torri, recuperó a otros como Barrios y Zapata y fue dando pista y aire a una base de juveniles que lo harán no empezar desde tan abajo los nuevos desafíos. San Lorenzo ya tiene otra cabeza.
