La han llamado «la recepción del siglo» y, probablemente, no se volverá a repetir tal concentración de jefes de estado y primeros ministros jamás. En un contexto en el que es difícil destacar, no solo por la cantidad de autoridades sino también por las restricciones del luto, la reina Letizia ha vuelto a arrasar con su particular versión de la indumentaria del duelo: un look negro compuesto por una falda de silueta ajustada y una blusa con unas originales mangas murciélago, firmado por Carolina Herrera. Irreprochable decisión la de optar por la máxima sencillez y los mínimos adornos.

Los reyes Felipe VI y Letizia han salido de la embajada española en Londres, donde se hospedan, en dirección a Westminster Hall, donde durante unos minutos han visitado la capilla ardiente de la reina Isabel II. Hay que destacar que Letizia ha decidido no llevar tocado, algo que subraya la rigurosa sobriedad de su look. De hecho, a su llegada a la embajada llevaba un vestido que estrenó en 2015, con escote cuadrado y silueta ceñida, que se cambió para acudir a Westminster primero y, luego, a la recepción de Estado.

El luto riguroso de la reina Letizia realza la elección de joyas que le ponen el contrapunto a la indumentaria de duelo. En su look de llegada a la embajada pudimos ver sobre el vestido negro el broche con la perla Peregrina que perteneció la la reina Victoria Eugenia de Battenberg y Windsor. En su segundo look, aún más sobrio, solo se adornó con el detalle floral en el hombro que llevaba la blusa de Carolina Herrera y unos espectaculares pendientes de diamantes.

Cuántos royals acuden a la recepción de Estado previa al funeral de la reina Isabel II

En general, las representantes de casas reales, primeras damas y esposas de presidentes y primeros ministros se están ateniendo al uniforme que ya hemos visto en las representantes femeninas de la familia Windsor y en las damas de compañía de Isabel II en sus apariciones en la capilla ardiente en Westminster Hall: chaqueta, vestido y medias negras, con diadema, tocado o sombrero (según la edad) del mismo color y, en el caso de las mujeres de mayor edad, perlas.

Unas 1.000 personalidades se reunieron en el palacio de Buckingham para darle el pésame al rey Carlos III y a la reina Camilla, en un eterno besamanos que prologó uno de los momentos más esperados del duelo por la reina, el minuto de silencio para toda la nación que se siguió, a las ocho de la tarde, a un discurso pregrabado de la reina Camilla que fue emitido por la BBC.

La recepción que ha ofrecido el rey Carlos III a las autoridades y casas reales no ha estado exente de polémica, sobre todo por la lista de invitados. Indudablemente, en la recepción se encontraron los reyes Letizia y Flipe VI con los eméritos, Juan Carlos y doña Sofía, Además, parece que Buckingham Palace extendió una invitación a los duques de Sussex, Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, para retirarla pocas horas después.

Todos los representantes de las casas reales y autoridades tuvieron que esperar en el Royal Hospital de Chelsea, una residencia para veteranos con un amplio jardín, para abordar los autobuses que les llevarían a Buckingham Palace, situado a unos cinco o diez minutos en coche. Es el lugar del que saldrán también mañana, para conducirlos a la abadía de Westminster, donde se celebrará el funeral de Isabel II.

Esta no fue la primera y única recepción previa al funeral del Isabel II que tuvo lugar en Buckingham Palace. Horas antes, el
rey Carlos II y la reina Camilla ofrecieron una comida a los representantes de los países miembros de la Commonwealth, incluidos Australia, Nueva Zelanda, Canadá Bahamas o Belize. Prueba de la importancia de esta cita es la lista de invitados.

A esta comida también acudieron el príncipe Guillermo y Kate Middleton, príncipes de Gales;
la princesa real Ana y su esposo, Sir Timothy Laurence; el príncipe Eduardo y Sophie Rhys-Jones, condes de Wessex, y los duques de Gloucester y de Kent. Casa real y aristocracia unida para acoger a los representantes de varios territorios que se están planteando votar la salida de la tutela monárquica y convertirse en república.