Hernán Vaca Narvaja tiene una extensa trayectoria en el periodismo y es conocido por sus coberturas de los casos María Soledad Morales y Nora Dalmasso, crímenes contra mujeres que ocuparon largas horas en el prime time de la TV y ocuparon la tapa de los diarios nacionales por semanas.

Actualmente dirige la Revista El Sur, fundada en 2005 en Río Cuarto, y Marca Informativa, sitio de noticias nacido hace dos años y que desde marzo se distribuye de manera gratuita en formato papel. Además, es escritor y docente universitario.

En una entrevista con Mano a Mano, Vaca Narvaja analiza la situación política nacional con la irrupción del intento de magnicidio contra la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, habló de los discursos de odio que circulan en la sociedad y proyectó el escenario de cara a las elecciones del 2023.

El antiperonismo existe desde 1945, ¿pero en el último tiempo se profundizó por la polarización extrema, la intolerancia y ciertos discursos que circulan en la sociedad?

El tema de la grieta, término que se ha instalado hace mucho tiempo, no es de ahora, es de siempre: unitarios y federales, civilización y barbarie, bombardeos del ‘55, Masacre de Trelew, el terrorismo de Estado. Esa división y ese odio generado no contra el peronismo, sino contra los movimientos populares por parte de las oligarquías y sectores concentrados, va tomando diferente forma y muta en la historia. Del ‘83 a la fecha, por hacer un corte, esos discursos han ido in crescendo peligrosamente. En el ‘83 no era viable porque veniamos del terrorismo de Estado y de los horrores de la Dictadura Cívico Militar. Después eso se fue perdiendo, y me parece que a partir de la llegada de Néstor Kirchner al gobierno y de la puesta en práctica de un modelo inclusivo, con generación de empleo e inclusión social, afectando algunos intereses poderosos, se fue reflotando ese discurso de odio y hoy ha llegado a niveles peligrosísimos. Si uno tiene en cuenta las últimas novedades judiciales del frustrado magnicidio, ese grupo que participó del atentado evidente estaba influenciado por la ideología del odio. Estos chicos habían participado de las manifestaciones en contra de la clase política, tanto en Casa Rosada como en otros lugares, aparentemente participaron de esa marcha tan tenebrosa que pusieron bolsas mortuorias para graficar este odio visceral contra el peronismo y la figura de la vicepresidenta. Me parece que hay una responsabilidad compartida por muchos, pero fundamentalmente por quienes cultivan este discurso de odio, que son los grandes medios de comunicación, los medios de comunicación hegemónicos, avalados e inspirados también por la oposición política, que es una oposición salvaje, no democrática.

Vaca Narvaja considera que este escenario brindó las condiciones para el ataque contra Cristina Kirchner, ocurrido el 1 de septiembre antes del ingreso a su departamento en el barrio porteño de Recoleta.

“Siempre los discursos de odio engendran actos de violencia. Lo que pasa es que a veces no tomamos dimensión del peligro que implican. Esta gente, más allá de su afiliación a este especie de partido neonazi, es incentivada y fomentada por actores políticos, sociales y mediáticos, principalmente, que exacerban este sentimiento y terminan generando estos hechos de violencia”, asegura.

¿Cuál es el límite entre la libertad de expresión y el discurso de odio? ¿Cuando se moviliza contra un otro?

Es una discusión muy interesante. Por un lado, uno dice que se debería regular, porque una cosa es la libertad de expresión y otra la incitación a la violencia. Ahora, esa incitación a la violencia está reglamentada en el Código Penal. Me parece que tenemos un Estado bobo que no actúa, tal vez temeroso de ser acusado de atentar contra la libertad de expresión, pero en realidad hay discursos de odio que están claramente delimitados y tipificados en el Código Penal, y no se está ejerciendo el poder del Estado para evitar que circulen los discursos de odio.

Por otro lado, existe una Ley de Medios que tampoco se aplica, que fomenta la desconcentración de los medios de comunicación para generar una pluralidad de voces. Eso se derogó parcialmente cuando asumió Macri y este Gobierno no la volvió a poner en funcionamiento. Con lo cual, se ha dado un proceso de concentración mediática que, curiosamente, estos grupos concentrados son los mayores difusores de los discursos de odio, y con esto me refiero concretamente al Grupo Clarín. Me parece que no hemos encontrado como democracia una respuesta institucional y legal que realmente nos ampare y evite este tipo de situaciones, y esta proliferación de los discursos de odio.

El periodista opina que fue insuficiente la condena de la principal oposición al intento de magnicidio. Señala que el documento de Juntos por el Cambio fue una “impostura” y que voluntariamente excluyeron la palabra “odio”.

“Hay una banalización e irresponsabilidad total por parte de la oposición. Y hay sectores de la oposición que ni siquiera repudiaron el atentado a la vicepresidenta, como el caso de Javier Milei y Patricia Bullrich”, agrega.

¿El oficialismo se merece una autocrítica?

Desde ya. El oficialismo no ha hecho nada para cambiar esto. Es un gobierno que no avanza, que no confronta, es un gobierno que sigue alimentando a los grandes medios de comunicación hegemónicos, que producen estos discursos de violencia, con la mayor porción de pauta publicitaria nacional. Es un gobierno que no hizo nada para reformar el sistema judicial, que es uno de los pilares del lawfare, que es parte de este sistema de violencia. Porque la persecución política-judicial a dirigentes políticos también genera violencia. Esto comenzó con el famoso alegato del fiscal Luciani contra Cristina Kirchner en un juicio absurdo (Causa Vialidad), donde no hay ninguna prueba, y donde ni siquiera se la menciona como responsable de una asociación ilícita. La acusación es descabellada: ella llegó a la presidencia para robar. Este gobierno no hizo nada para reformar esa situación, con un simple decreto volvía a poner en vigencia la Ley de Medios.

¿El odio es la principal herramienta de la derecha?

No sé si es la principal herramienta. La derecha tiene fundamentalmente el poder económico y el poder mediático. Les resulta funcional que ese poder mediático incentive los discursos de odio, porque eso produce una polarización que ellos entienden que los va a terminar favoreciendo. Acá hay un poder real y hay un poder formal, me parece que el poder formal está cediendo cada vez más ante el poder real, que es el poder de los medios, el poder financiero, el poder que saca y pone ministros, o que te hace una corrida bancaria, en función de consolidar sus intereses. Este gobierno no ha sabido posicionar y confrontar al poder real.

¿Qué sensación te dejó la marcha?

La sociedad argentina tiene internalizado la importancia de convivir en democracia, sobre todo por la trágica experiencia del terrorismo de Estado. No es casual que esas convocatorias hayan sido lanzadas por organismos de derechos humanos, como fue en su momento la movilización contra el 2×1. Me parece que hay una toma de conciencia muy grande y hay un sentimiento muy fuerte hacia la vicepresidenta y hacia su legado. No olvidemos cómo se fue ella del gobierno, con esa movilización sin precedente, espontánea, popular y masiva. Y cuando el pueblo sintió que la estaban persiguiendo, salió a movilizarse: primero con el alegato de Luciani y cuando estuvieron a punto de asesinarla. Esos sentimientos que a veces la clase política no dimensiona de los líderes políticos, de los cuales no tengo dudas Crisitna Kirchner hoy es la más importante de Argentina y de América Latina.

¿Es necesario recuperar ciertos valores de la democracia, como dijo Alberto Fernández en cadena nacional?

Los valores de la democracia los tenemos claros, lo que hay que hacer es que las instituciones funcionen, lo que hay que hacer es que el Poder Judicial deje de ser una casta, hay que democratizarlo. No podemos tolerar el lawfare así graciosamente, no podemos tolerar que un fiscal interino, como es Eduardo Casal, ese interinato se extienda por tres años. No podemos tolerar que haya jueces sentados en tribunales juzgando a dirigentes de la oposición cuando esos mismos jueces compartían partidos de fútbol, tenis o paddle con el ex presidente Macri en Olivos o en la Quinta de él. Me parece que más que valores, hay que poner en funcionamiento el Estado, con una convicción mucho más firme de la que ha tenido este gobierno. Por más que haya trabas y la correlación de fuerza no sea favorable, me parece que le ha faltado decisión política para profundizar un modelo inclusivo, que es la única forma de profundizar la democracia. No hay democracia con exclusión social de millones de argentinos.

Vaca Narvaja concluye que a partir de lo sucedido se generó un quiebre en el escenario político nacional, y que la intención de proscribir a la vicepresidenta y el intento de magnicidio la terminaron de posicionar como una figura central en Argentina.

“Una centralidad que ya la tenía, pero que se ha potenciado. Y creo que el año que viene va a ser una protagonista fundamental. Me parece que viene una profundización de esta polarización, de esta grieta, y sobre todo de los modelos. Porque hay modelos de sociedad que son antagónicos y que no hay posibilidad de consenso, y que se van a tener que dirimir en las urnas, que es la forma en la que se dirimen las distintas opciones políticas en una democracia”, cierra.