La vida de Facundo Milanesio, de 27 años, cambió en segundos hace poco más de un año, cuando sufrió un grave accidente vial y debieron amputarle sus piernas.

En la noche del sábado 3 de julio del 2021 se dirigía en su moto desde Morteros a San Francisco por una juntada con amigos y colegas de educación física.

Al pasar un camión en la ruta, choca con un palet de madera que estaba arrojado en la mano contraria y pierde el control de su moto: arrastró muchos metros sobre la carpeta asfáltica y, al caer, sus miembros inferiores fueron aplastados por el vehículo que acababa de adelantar.

En una entrevista con Mano a Mano, cuenta que en ningún momento perdió el conocimiento: relata cada detalle de aquella jornada, desde que circulaba en moto hasta que llegó al hospital. Para él, no había sido más que un accidente que le provocó lesiones en sus miembros inferiores.

Tras dos semanas y media en terapia intensiva, le comunican apenas se despierta que le amputaron las piernas arriba de las rodillas. “Supuestamente a mí me avisan esto antes de ingresar al quirófano, en el mismo día del accidente, pero la verdad es que no me acuerdo”, confiesa.

“Y cuando me despierto del coma inducido, también me lo dicen y yo respondí que sí, que ya sabía. Todos se quedaron impactados, como diciendo ‘este loco no tiene corazón, lo tomó tan bien’. Y en realidad es que no estaba en mis cabales”, agrega el joven.

A la semana y media de salir de la terapia intensiva, empieza a reaccionar y su madre le informa, ya totalmente consciente, que había perdido sus piernas por el accidente.

“Y esos días fueron malos. No me cayó tan bien la noticia. Estuve tres días muy bajón, muy depresivo, no quería saber nada. Las palabras textuales eran: ‘no quiero seguir así’, ‘no es la vida que yo elegí’, ‘cómo voy a seguir dando clase’, ‘cómo voy a seguir mi vida’. No, no y no. No quiero. Era aguantar”, recuerda.

¿Qué te hizo cambiar?

Esos tres primeros días, porque fueron tres días, fueron bastante duros. No quería seguir. Estaba muy golpeado, muy shockeado. Al pasar los días lo fui asimilando, lo fui tomando bien. Mi mamá siempre me decía que hoy por la tecnología no tenía por qué ponerme mal, que iba a volver a caminar, que no era algo que se acababa la vida y ya está. Y entonces me puse eso en la cabeza, que yo iba a volver a caminar. Y así fue.

Las curaciones en los miembros inferiores, que estaban raspados y quemados por el asfalto, asegura que fueron “bastante heavy”. Luego continuó con el tratamiento en fisioterapia y ya con la silla de ruedas “empezó a salir para todos lados”.

Y retomaste los estudios para recibirte de profesor de educación física

Cuando en octubre ya estaba en mi casa, todos los profesores se empezaron a comunicar conmigo para ver de qué manera podía retomar la carrera. Al principio lo que menos se me cruzaba era recibirme. Todos los profesores le empezaron a poner la mejor. Veníamos de dos años de pandemia, la virtualidad había crecido mucho. Empezaron los trabajos, a rendir los parciales que tenía atrasados y así fui sacando materia tras materia. Llegaron los finales y los fui rindiendo a todos. 

¿Cuándo te llegaron la prótesis y cuándo te recibiste?

Las prótesis me llegaron el 4 de marzo. Viaje a Córdoba para probarlas, me las traje a Morteros, caminaba en casa e iba a fisioterapia. Y el 29 de marzo me recibo de profesor de Educación Física. Y mi sueño era ese: recibirme de pie. Era un objetivo que me lo había propuesto, porque sabía que iba a ser lejos, que me iba a demorar mucho tiempo. Jamás pensé que iba a ser tan rápido, ni mi adaptación a las prótesis ni recibirme tan rápido. 

Hoy Facundo no usa más la silla de ruedas y se maneja “por todos lados” con un andador y un cuatriciclo, el cual no está adaptado. “Con mis piernas pongo los cambios, el embrague y todo. Me cuelgo el andador encima y voy a dar clases, a comer con mis amigos”, cuenta.

¿Dónde trabajas hoy?

En el club 9 Julio de Morteros. Empecé hace poco con voley sub 12, sub 13 y sub 14 como preparador físico. Además, soy entrenador de básquet en mosquito y escuelita, que son las categorías más chicas. Más que profesor de básquet, soy profesor de educación física, pero todo se relaciona al deporte. También soy preparador físico sub 16, 1ra dama y 1ra caballeros de hockey, y director técnico de hockey de caballeros.

La preparación física es lo que más me gusta y me apasiona. Hoy en día es lo que más me sirve para mi recuperación. La educación física fue y es una gran parte de mi vida, tanto antes como después del accidente. Después del accidente me ayudó a entender muchísimas cosas y me ayuda a mejorar día a día. Yo sé que de mis rodillas para abajo no las tengo, pero sé cómo manejar mis piernas ortopédicas de tal manera de no tener esa falencia.

Los profesionales que lo acompañaron en su recuperación quedaban sorprendidos por los rápidos avances y la capacidad de adaptación de sus prótesis mecánicas-hidráulicas.

Facundo afirma que hoy está bien gracias al “combo perfecto” del apoyo y la ayuda que recibió por parte de su familia y amigos, a quienes define como los pilares de su vida.

Pero lejos de quedar todo en su círculo íntimo, el joven muestra en sus redes sociales los rápidos avances de su recuperación, con mensajes que transmiten positividad y demuestran su fortaleza.

¿Recibís muchos mensajes de gente desconocida o que vive situaciones similares?

Sí, sobre todo cuando me empecé a subir al karting adaptado porque no tenía mis piernas. En ese momento llegaron muchísimos de mensajes. Hay muchos que no he llegado a contestar, así que aprovecho estos medios para pedir disculpas, pero son tantos mensajes, y todos tan lindos. Por ahí me gusta sentarme un día, leerlos con detenimiento y empezar a contestar. Esos mensajes por ahí los uso cuando estoy medio bajon, cuando estoy mal, no quiero levantarme. Te dan tanta fuerza, tantas ganas de seguir, tanta buena vibra. Me ven como ejemplo y es algo que no soy. Que me tomen de referencia me encanta, pero de ejemplo no, mi ejemplo era antes del accidente, después del accidente sigo siendo la misma persona. 

Me llegan mensajes de todos lados de Argentina y también de afuera. Me hablaron dos corredores olímpicos de Chile, un maratonista de Colombia, un jugador de básquet y otro de fútbol de Venezuela. Es una locura, y eso te da muy buenas vibras, te dan ganas de seguir. No tengo el tiempo necesario para responder a todo, pero si los leo cuando estoy mal, porque no es todo color de rosas. 

¿Cuál es tu sueño?

En otra entrevista dije que mi sueño era ser jugador de la Selección argentina de básquet adaptado. Creo que el sueño de todo deportista es llegar a la selección, sea el deporte que sea. En su momento me hubiese gustado con básquet convencional. Y después con básquet adaptado empecé a jugar, me gustó mucho y mi sueño es ese. Después de esa nota, me llamó Andrés Pelussi, que hoy es uno de los referentes de la Confederación Argentina de Básquet, invitándome a ser parte de la selección como profesor. Pero yo le dije que antes de profe me voy a romper y voy a llegar a la selección como jugador. Y un objetivo sería el año que viene profesionalizarme, comenzar la licenciatura en Educación Física.

¿Qué reflexión o mensajes podes dar a un año del accidente?

Antes que nada, más que a la persona que está en mi lugar, es a la familia y a los amigos. Que no la dejen sola, la acompañen, la guíen, la lleven, la traigan. No lo dejen sola. Me ha pasado que antes jamás pedía ayuda y después del accidente también seguía siendo de no pedir ayuda. Me di cuenta que muchas veces tuve que pedir ayuda porque realmente no podía, por falencias, porque no tenía las piernas, porque no tenía fuerzas o un montón de cosas. Entonces aprendí a pedir ayuda. Y muchas veces pedí que me dejaran solo cuando realmente no lo necesitaba, o cuando necesitaba mucha contención y pedía que me dejaran solo. Al contrario, nunca lo dejen solo: apoyenlo, acompañenlo, guienlo, estén con él, tanto familia como amigos. Para mí fue un combo tan perfecto que hoy en día estoy siendo lo que soy gracias a eso. 

Y a la persona que está en mi lugar, le digo que la vida es demasiado hermosa. Es tan linda, es tan bonita, es tan preciosa. Y bueno, como todo, todo problema tiene su consecuencia, pero hay que vivirla, y con lo que toque. Así que no bajar los brazos, seguir para adelante. Creo que cualquier problema tiene solución, salvo la muerte. De ahí en más todo problema tiene solución. Más o menos difícil, más o menos complicado, pero todo problema tiene solución. A no bajar los brazos, a meterle, a no aflojarle. Que se contengan en sus familia y amigos, que son los pilares fundamentales.