Charlie Chaplin protagonizó multitud de historias increíbles a lo largo de su carrera como actor, pero ninguna tan llamativa como aquella en la que se vio envuelta su cadáver.
El célebre actor y cineasta murió el 25 de diciembre de 1977 a los 88 años de edad, siendo depositados sus restos mortales en el cementerio Corsier-sur-Vevey. Lo que nadie esperaba es que el 1 de marzo del año siguiente recibieran una llamada diciendo que alguien había profanado su tumba para llevarse el cadáver.
«A Charlie esto le habría parecido ridículo«
Los ladrones tumbas de pusieron en contacto poco después con Oona Chaplin, cuarta y última esposa del autor de ‘Luces de la ciudad’ o ‘El gran dictador’, para plantearle sus exigencias. A cambio de devolver el cadáver, exigían una cantidad que equivalía a unos 600.000 dólares, pero Oona se negó a hacer el pago, ya que «a Charlie esto le habría parecido ridículo«.
Y Oona volvería a negarse cuando cambiaron el rescate de 600.000 dólares a 600.000 francos suizos apenas unos días después, y de nuevo cuando más tarde lo rebajaron hasta 500.000 francos. No iba a dar su brazo a torcer, ni siquiera con las amenazas hacia la seguridad de sus dos hijos.
La policía intentó tender varias trampas a los criminales, pero estos lograron salirse con la suya hasta que volvieron a hacer una llamada telefónica a Oona Chaplin en mayo, quien había dado permiso para que la policía pinchase su línea. Y es que las autoridades habían realizado un increíble despliegue situando a agentes vigilando las 200 cabinas telefónicas de la zona.
La policía finalmente arrestó a Roman Wardas, quien pronto confesó lo sucedido, señaló a Gantscho Ganev como su cómplice y pronto guio a las autoridades hasta el campo de maíz donde habían ocultado temporalmente el cadáver de Chaplin. Ambos fueron condenados, pero el único que tuvo que cumplirla fue Wardas, considerado la mente maestra del crimen, quien confesaría además que se inspiró en un caso similar que había tenido lugar en Italia.
Por su parte, la familia de Chaplin devolvió su cuerpo al mismo cementerio, pero en esta ocasión con una protección adicional sobre su lápida para evitar que algo así pudiera llegar a repetirse.