Sandra Orellana es otra vecina de Villa El Libertador que vive con el temor de que el techo de la vivienda se le caiga encima por las fallas estructurales existentes. Fallas originadas, supuestamente, por la problemática de las napas en el barrio, aunque su casa está lejos de la zona de emergencia más crítica.

Sandra vive en Constitución 5369, entre la avenida de Mayo y Arica. Es una casa ubicada al fondo, donde se ingresa por un pasillo, donde ahora hay aparato secando la ropa sin la carcasa de plástico.

Es jueves al mediodía y su marido está dele amasar para hacer el pan casero que Sandra saldrá a ofrecer a los vecinos.

En la entrevista, cuenta que la vivienda “comenzó a rajarse hace poco más de tres años”, y que acudieron en auxilio a distintos organismos del Estado pero hasta ahora no han recibido una solución integral para los daños.

“Acudimos a Defensa Civil y el Ministerio, y de ahí a Hábitat y no sé dónde más”, cuenta algo desorientada por la laberíntica burocracia gubernamental.

“Seguimos con el mismo drama y tenemos miedo que se nos venga la casa abajo”, dice, tras contar también que desde el Estado le pagaron “un par de meses de alquiler” en otro lugar, pero tuvo que volverse por “el colegio de los chicos”. 

Reclama “una solución para arreglar la casa”, y agrega: “Que me ayuden con algo porque no tengo recursos”.

Defensa Civil constató el 17 de julio pasado, según la Planilla de Relevamiento de Daños en Viviendas, que la casa tiene “grietas verticales, diagonales y horizontales, en paredes, techos y vigas”.

Además, exhibe “hundimiento de piso, separación losa y pared, no cierran  las puertas y/0 ventanas, existen humedades (relevantes), hueco al caminar, techo con grietas y/o filtraciones”.

Y entre los indicadores sociales constató que en el lugar viven dos niños y tres adultos, y que uno de ellos sufre un problema de salud.

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