Pese a la pandemia, los fieles celebraron igual. Con barbijos y respetando medianamente las distancias, celebraron el día de Urkupiña, la virgen milagrosa. “Y prestamista”, dice una de los fiesles “porque ella nos da para que nosotros le devolvamos” en obras y acciones. Esta vez, el deseo de todos, enunciado a la virgen milagrosa fue “que la pandemia se acabe pronto y todos podamos hacer una vida normal”.
Esta vez, el festejo consistió en la realización de la misa, el izamiento de las banderas de los pueblos originarios, y de Argentina y Bolivia, y de una caravana por las calles del barrio. Autoridades municipales también descubrieron una plaqueta sobre un mural que simboliza “la unión de los pueblos” pintado en una de las paredes laterales de la iglesia Nuestra Señora del Trabajo. El padre Juan Pablo Candela ofició de anfitrión brindando la misa y luego bendiciendo a las réplicas de las vírgenes y los autos adornados.
Según los más memoriosos, este es 36 Aniversario del festejo de la virgen en Villa El Libertador. Fue muy sentido por la muerte de referentes de la organización ocurrida durante el año. Por caso, Rosel Vargas, uno de los miembros fundadores y organizadores de este festejo religioso y popular. Este año no habrá bailes ni desfiles por las calles, pero como dice una de las fieles la veneración por la virgen sigue intacta.
El municipio dispuso el corte de calzada con inspectores de tránsito en los alrededores de la plaza para no interrumpir los festejos, vallados a la salida del templo y servidores urbanos para evitar aglomeraciones.
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