Lucas Carrasco dejó su estudio en la Fuerza Aérea para abrazar la vocación de enfermero. Con apenas 29 años, entró en el plan de contingencia convocado por la Provincia para sumar recursos humanos en el marco de la pandemia. Lucas debutó como enfermero para asistir a enfermos con Covid-19, algo inimaginable para él y tantos otros trabajadores que empezaron su práctica en semejante pandemia. 

Al principio, todo fue incertidumbre y nerviosismo, y transcurrido un año, el aprendizaje y la experiencia acumulada es robusta pero el cansancio mental y físico se imponen. “Vuelvo a casa con los pies destruidos”, cuenta Lucas al ser entrevistado en su casa en Villa El Libertador. Allí, en una vivienda humilde de calle Barranquilla, este joven enfermero desanda todas las mañanas las calles del barrio para ir a su trabajo a salvar vidas. Si hasta atravesó momentos de zozobra al tener que atender a su madre internada. “Fue la satisfacción más grande, haber estudiado para cuidarla a ella”, dijo.

“Soy Lucas Carrasco, tengo 29 años, vivo en Villa El Libertador, y entré a trabajar el año pasado en el comienzo de la pandemia como enfermero profesional en el hospital San Roque.

“El primer día me dijeron que iba a ser para la pandemia, que no se sabía mucho, pero que íbamos a aprender todos juntos. Empezamos con las técnicas de vestir, higiene, cómo debía ser la relación enfermero paciente… Al principio fue incertidumbre pura por los nervios de trabajar por primera vez ante algo que se desconocía.

“Entre mayo y junio del 2020 empezamos a recibir pacientes y desde esa fecha no hemos parado. Entre julio y noviembre, fue colapsado el hospital. Había dos terapias 1 y 2, y luego había segundo y cuarto piso. No estaba todo el hospital habilitado, hasta que empezó a llenarse y abrieron todos los pisos para covid. Cuando vinieron los presos de Bouwer se abrió el séptimo piso para ellos.

“Lo que más estrés generaba es la exigencia de los protocolos de la vestimenta. Tenías que cambiarte y descambiarte por paciente: doble bata, mameluco, doble barbijo, escafandra que se empañaba. Tardábamos mucho entre paciente y paciente. Hoy esto se fue flexibilizando y se trabaja más en equipo, más unidos. El personal de limpieza juega un papel muy importante porque se tuvo que transformar en personal de salud de un día para el otro.

“Lo que vimos es que la segunda ola llegó antes de lo previsto porque se esperaba para mayo pero en febrero y marzo empezaron a llegar más pacientes.

“Hoy se trabaja con mucho estrés. En lo personal, empecé un tratamiento con una psicóloga por el cansancio mental. Ver que no se puede dar a veces la atención que se le debe dar al paciente, porque somos pocos enfermeros. Si bien tenemos los francos que necesitamos -doce al mes- vuelvo a casa con los pies destruidos. Trabajamos ocho horas y en ningún momento nos sentamos, solamente a desayunar unos veinte minutos.

“A veces se siente que la labor de uno es poco por la forma en que paga la sociedad. Si la gente viera el trabajo que hacemos y cómo volvemos a casa… A veces estamos meses con un paciente. Actuamos como psicólogos, acompañantes, muchas veces un abrazo, una palmada. Un día hablamos con él, otro día está entubado y la otra semana ha muerto.

“Me tocó de cerca tener internada a mi mamá, se me vino el mundo abajo, pero gracias a Dios la pude ayudar.

“Para no entubar al paciente porque es una práctica muy invasiva, muchos médicos optan por el alto flujo, que es un sistema de oxigenación constante. Es muy buena terapia, pero no funciona con todos. Otros necesitan entubación, la cual se pone un tubo en la boca del paciente que pasa la tráquea (son 24 cm desde la boca hasta la laringe y esófago) proporcionando oxígeno. Hay pacientes que están diez o quince días entubados.

“Si bien este año hay más capacidad de atención en el hospital, también hay más pacientes, más contagios entre el personal, más cansancio personal y familiar.

“No somos conscientes, y a veces me incluyo, porque necesitas la actividad recreativa, juntarte con algún familiar y compartir un almuerzo. Pero nuestros jefes nos ruegan que no hagamos lo que hace el resto. Pero se ve esta doble vara de trabajar para otro que no colabora”.

 

 

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