Esta semana hemos podido ver, con sorpresa, cómo era acusado de homicidio el médico de Diego Armando Maradona después de su trágico fallecimiento. La relación de los médicos con personajes famosos, reyes o políticos no suele ser fácil. Cuentan que en el antiguo imperio Chino tomar el pulso al emperador o practicarle acupuntura era una actividad peligrosa. El médico chino Bian Que tuvo que escapar a toda prisa de la corte del reino de Qin después de diagnosticar una enfermedad mortal a su monarca. No sabemos bien qué pasaba con los médicos de los faraones egipcios, pero no sería de extrañar que más de uno acompañara a su difunto paciente en el viaje al más allá. Sin ir más lejos un compañero me contó que la policía tuvo que acordonar su hospital debido a la reacción de la familia de un patriarca que falleció y que quería ajusticiar al médico que le había tratado, así que este tipo de pensamiento frente a los galenos llega hasta nuestros días.

Leopoldo Luciano Luque, que así se llama el médico del ‘astro argentino’, había sido su facultativo personal y su amigo, durante los últimos tiempos. Fotografiándose juntos incluso en Instagram. Fue la persona que le diagnosticó y operó de un hematoma cerebral unos días antes de su fallecimiento. Esta enfermedad, si no se trata de manera urgente puede llevar inexorablemente al fallecimiento. La sospecha de homicidio culposo surge tras las declaraciones del testimonio tomado el sábado a Dalma, Giannina y Jana, las tres hijas de Maradona. Los investigadores analizan las causales de su muerte y buscan corroborar posibles presunciones y sospechas puestas de manifiesto por sus hijas. Entre otras cosas, se intentará determinar con precisión qué medicamentos le fueron recetados y los fiscales consideraron que el material médico que había era insuficiente para un internamiento domiciliario. No se encontró un desfibrilador ni suero, etc. La enfermera que lo atendió, que curiosamente se apellida Madrid, declaró que le hizo maniobras de reanimación básicas con respiración boca a boca y masajes cardíacos para intentar reanimarlo. Veremos cómo termina el asunto, pero por el momento, los resultados de la autopsia apuntan a una complicación de su enfermedad cardíaca, una miocardiopatía dilatada, que suele producirse, entre otras causas, en pacientes con dependencia al alcohol.

Ser médico de famoso no es cosa fácil. Si no que se lo digan al de Michel Jackson, Conrad Murray, el doctor convicto por el homicidio involuntario de Michael Jackson. Al parecer el facultativo le administró propofol, un medicamento que no se emplea fuera del ámbito hospitalario, para controlar su estado de ansiedad e insomnio y cuyo abuso pudo conducirle a la muerte en el año 2009. El cardiólogo estuvo dos años en prisión, saliendo antes de lo que le correspondía, ha perdido su licencia para ejercer la medicina y se ha declarado indigente.

El caso Elvis

La historia se repite. Constantine Nichopoulos era el médico que acompañaba a Elvis Presley durante sus últimos días. Nick, que así era conocido, siempre vestía una camisa hawaiana junto con una bolsa negra donde portaba toda la medicación. Elvis falleció en el baño de su mansión Graceland en Memphis. El motivo era que padecía de un estreñimiento crónico, quizá por algún tipo de parálisis intestinal o bien por la gran cantidad de medicación como analgésicos, tranquilizantes, codeína, morfina o barbitúricos que consumía asiduamente. El médico fue acusado de administrar, de manera inadecuada, este tipo de drogas, pero salió absuelto en el juicio. Años más tarde perdió su licencia para ejercer la medicina y no la volvió a recuperar hasta su fallecimiento con 88 años. Algo parecido ocurrió con otros personajes como Marilyn Monroe o el cantante Prince. ¿Tendremos que considerar ser médico de los famosos como una profesión de riesgo?

También te interesa