Durante el año hay dos cambios de hora: uno en primavera y otro en otoño. El que tiene lugar en marzo, por el que entramos en el conocido como horario de verano, trae consigo más luz, y el calor comienza a hacer acto de presencia, lo que parece que se traduce en alegría y ganas de hacer cosas. Pero el que se nos viene encima ahora, se relaciona con la oscuridad, la tristeza y la apatía. Parece que se ha hecho de noche cuando todavía no te ha dado tiempo a aprovechar el día y eso nos toca pasar más tiempo en casa por las lluvias y las bajas temperaturas. Analicemos qué va a ocurrir en
nuestro estado de ánimo cuando atrasemos los relojes una hora.

El aumento de la oscuridad propia de este cambio horario trastoca en cierta medida nuestro ritmo circadiano, por lo que puede verse afectado nuestro sueño, el apetito u otras funciones orgánicas. Y, por supuesto, en nuestro estado de ánimo también influye pero incluso eso tiene una explicación bioquímica. Nuestro estado anímico está muy relacionado con la serotonina disponible en nuestro organismo y, para fabricarla, el cuerpo necesita luz. Con el cambio horario de invierno y la bajada de las temperaturas, bajamos nuestras horas de exposición a la luz, por lo que la fabricación de serotonina también disminuye y eso se traduce en una mayor sensación de tristeza.

Pero si esta apatía o decaimiento se mantienen durante mucho tiempo, nos encontraríamos ante un trastorno afectivo estacional también conocido como ‘winter blues’. Este trastorno afecta entre el 1 y el 10% de la población y entre sus síntomas estarían la fatiga, la sensación de tristeza, la pérdida de interés, dificultad para dormir o sueño excesivo, cambios en el apetito, sentirse inquieto o tener dificultades para concentrarse.

Existen ciertos comportamientos que puedes adoptar en tu día a día para que el cambio de hora te afecte lo menos posible:

– Duerme tus 7 u 8 horas diarias: Si no duermes bien, estarás más cansado, lo que te provocará decaimiento y una sensación de que no te da tiempo a hacer todo lo que tenías planeado, por lo que aparecerá la frustración. Un cúmulo de sensaciones negativas que se acrecentarán con el aumento de horas de oscuridad.

– Evita las siestas: Esta costumbre tan española, no es lo mejor para regular tus ritmos circadianos. Si duermes al mediodía, llegarás a la noche menos cansada, por lo que te acostarás más tarde y, como tendrás que levantarte a la misma hora, estarás agotada durante el día. Es la pescadilla que se muerde la cola. Además, si te duermes en las horas centrales del día, es muy probable que te despiertes cuando ya se ha hecho de noche, puesto que ahora anochecerá antes, y eso redundará en una mayor sensación de tristeza.

– Haz deporte: Sí, da pereza y más ahora que hace frío, pero está más que demostrado que hacer deporte incrementa tus niveles de serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. Aunque no te lo creas, después de hacer deporte te encontrarás con más ganas de hacer cosas y con la sensación de que podrías comerte el mundo.

En definitiva, es normal que tengas cierta sensación de tristeza ahora que los días son más cortos, llega el frío y ya no es tan fácil hacer planes fuera de casa. Pero tranquila,
si pones todo de tu parte, lo más seguro es que esa sensación se pase en unos días.

Te recomendamos