En un mundo del cine cada vez más tentado por la inteligencia artificial, Benedict Cumberbatch ha decidido no callarse: el actor británico utilizó recientemente un espacio en Reddit para compartir su preocupación: con la proliferación de herramientas de IA en la industria, siente que hay un riesgo real de «perfeccionar» y «alisar» lo que nos hace humanos, borrando esa fisura creativa tan esencial. 

Esa advertencia, tan directa como inquietante, pone sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿vale la pena sacrificar nuestra imperfección por eficiencia y rapidez?

Cumberbatch admitió sentirse «bastante deprimido» ante la idea de que la IA pueda banalizar el arte. Para él, la creatividad auténtica nace de lo imperfecto: de la falibilidad, del desorden, de lo inesperado. Esas imprecisiones y tropiezos humanos son los que generan tensión, conflicto y la chispa que da lugar a algo original. Si todo se vuelve demasiado pulido, demasiado simétrico, demasiado previsible, advierte, el cine corre el peligro de quedarse sin alma.

Nuestra necesidad de resultados inmediatos y nuestros apetitos están siendo sobrepasados por la abundancia y, por supuesto, la necesidad de gratificación instantánea, lo cual siento que es peligroso para la mentalidad creativa humana.

Sin embargo, no es un rechazo total sin matices. Cumberbatch reconoce que la IA puede tener su sitio si se usa con respeto por lo humano. Cree que es posible compaginar la técnica moderna con la «bioquímica analógica» del artista, haciendo alusión a esa imperfección creativa que nos distingue, para producir algo que siga siendo auténtico. 

Según él, lo fundamental no es renunciar al esfuerzo, al error, al proceso lento y crudo, sino proteger esos espacios de creatividad que florecen precisamente en la lucha contra la perfección.

Las voces divididas

La industria del entretenimiento está atravesando un momento de transformación acelerada gracias a la incorporación de la Inteligencia Artificial (IA), que ya no suena a promesa futura sino a herramienta real y cotidiana. Empresas gigantes como Netflix no dudan en abrazar ese cambio: su director ejecutivo sostuvo que la IA puede hacer las películas «un 10 % mejores, no solo un 50 % más baratas», resaltando que esta tecnología ayuda en procesos técnicos como la planificación de rodajes, los efectos visuales o la pre-producción, sin reemplazar la creatividad humana.

Pero no todo el mundo mira con buenos ojos ese giro. En algunos rincones del cine surgen advertencias nada desdeñables: para ciertos creadores como Guillermo del Toro, el arte generado por IA puede ser «un insulto a la vida misma».

En paralelo, en otros ámbitos del audiovisual ya se han dado pasos concretos: con la aparición de personajes ficticios creados íntegramente por IA (como Tilly Norwood, la primera actriz «hecha por IA», parece que Hollywood está dispuesto a experimentar con cuerpos, rostros y voces sintéticas.

Ese panorama dual entre optimismo tecnológico y recelo artístico muestra que la IA no va a ser un simple añadido, sino un factor decisivo en el futuro del cine, el anime y la animación. La gran incógnita ahora es si la industria sabrá equilibrar la eficiencia que ofrecen las máquinas con la sensibilidad, la imperfección y la chispa creadora propia del ser humano que Cumberbatch defiende.

Foto de ar.inspiredpencil.com

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