Sara Flamenco

Mantenerse hidratado es más que calmar la sed: el agua es el motor silencioso que ayuda a regular la temperatura, transportar nutrientes y mantener la mente despierta. Cuando falta, lo notamos rápido: cansancio, dolor de cabeza o falta de concentración. Beber agua con regularidad es un gesto tan sencillo como poderoso, porque garantiza que el cuerpo funcione de forma eficiente y te mantenga activo durante todo el día.

¿Y cuánta agua necesitas? La recomendación general ronda los dos litros diarios, aunque varía según tu peso, actividad física o el clima. No hace falta obsesionarse contando vasos, basta con escuchar a tu cuerpo y mantener a mano una botella. Incluso frutas y verduras aportan líquido, así que la hidratación no solo viene del grifo. El truco está en constancia: beber a sorbos, sin esperar a tener sed.

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Es por eso que nos extraña que la nutricionista Julia Farré asegure que si bebes más de un vaso de agua mientras comes estás haciendo algo mal. Pero esto tiene una explicación muy sencilla y lógica y es que la cantidad de agua que consumes en cada comida está relacionada con los litros de líquido que ingieres a lo largo del día. Vamos, que si bebes poco, durante la comida tendrás más sed, por lo que beber demasiado en la comida es signo de que estás bebiendo poca agua.

Por qué no deberías beber dos vados de agua en la comida

«No es que sea malo beber agua durante las comidas. El problema es que cuando no bebemos suficiente durante el día, cuando empezamos a comer, de golpe sentimos muchísima cantidad de sed«, explica Farré. Si bebes durante la mañana o durante la tarde, llegarás a la comida o la cena con menos sed y tendrás suficiente con un sólo vaso de agua.

¿Y qué pasa si bebes más? Además de que es una señal de que estás descuidando tu hidratación a lo largo del día, también puede tener efectos negativos sobre tu digestión. Beber demasiada agua mientras comes «diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión«, advierte Farré. Así que ya lo sabes, es muy importante que trates de mejorar tu hidratación a lo largo del día, aunque no siempre lo tenemos fácil…

Pequeños trucos para beber más agua a lo largo del día

Hay personas a las que beber agua se les hace muy cuesta arriba. No es que no les guste, es simplemente que lo olvidan. Por eso es importante dar con un truquito que te venga bien para conseguir llegar a los litros recomendados. Uno de los trucos más fáciles es empezar el día con un vaso nada más levantarte. Así despiertas el cuerpo y activas la digestión antes incluso del café. Ese gesto tan simple marca el tono del resto de la jornada y suma puntos a tu hidratación sin que apenas lo notes.

Otro recurso infalible es llevar siempre una botella contigo. Puede ser en la mochila, en el escritorio o en el coche. Cuando la tienes a la vista, es mucho más probable que bebas por costumbre y no solo por sed. Además, las botellas reutilizables con diseños llamativos o marcas de cantidad motivan a cumplir metas. Es como un juego: ver cómo el agua desaparece poco a poco durante el día.

Si el agua sola te resulta aburrida, dale un toque de sabor natural. Añade rodajas de limón, pepino, fresas o unas hojas de menta para convertirla en algo más atractivo sin recurrir a azúcares añadidos. Este truco, además de refrescante, aporta un plus de vitaminas y antioxidantes. Es como darle un aire de cóctel saludable a tu hidratación, ideal para engañar al paladar y sumar vasos sin darte cuenta.

Por último, aprovecha la tecnología: pon recordatorios en el móvil o usa aplicaciones que marcan cuánta agua has bebido. También puedes asociar cada vaso a rutinas diarias, como después de lavarte los dientes o antes de cada comida. Con esos pequeños hábitos automáticos, alcanzar los dos litros recomendados deja de ser un reto y se convierte en una costumbre fácil, práctica y hasta divertida.

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