Hoy en día vamos tan a tope que ni siquiera tenemos tiempo de sentarnos tranquilamente frente al plato a degustar lo que vamos a comer. Comemos de pie, en la encimera de la cocina; o frente al ordenador, mientras terminas el último informe; comemos en el metro, en el autobús o andando para llegar a recoger a los niños; o comes mientras ves una serie, que aunque parezca que estás relajado, no le prestas la atención al hecho de nutrirte. ¿Cuál es la consecuencia de todo esto? Que en lugar de comer, engulles.
Pero aunque parezca una costumbre inocua, comer rápido implica que masticas poco y mal, lo que conlleva que el sistema digestivo tenga que trabajar el doble para procesar los alimentos y que los nutrientes puedan ser absorbidos adecuadamente. «La digestión comienza en la boca», me decía el otro día una médica experta en digestivo. Por eso hay que obligarse a comer tranquilamente, saboreando cada cucharada, masticando lo que llega a tu boca varias veces y siendo consciente de todo lo que estás comiendo. Al principio puede costarte, pero después lo disfrutarás.
Comer deprisa engorda
Pero además de contribuir a tener unas digestiones más pesadas, comer rápido también engorda, o al menos eso es lo que ha dicho el nutricionista Pablo Ojeda en el programa Las mañanas Kiss, de Kiss FM. «Comer rápido engorda, pero, ¿por qué engorda? Porque cuando comemos rápido, comemos con cierta actitud de ansiedad. Cuando tenemos esa ansiedad por la comida, hay una zona del cerebro que se activa, que es el cerebro primitivo o cerebro reptiliano, que es el encargado de los instintos primarios« explica.
Los instintos primarios del ser humano son varios pero por encima de todos ellos, está el de supervivencia. Por eso, cuando comemos rápido y se activa el cerebro reptiliano, la principal misión del cuerpo es acumular energía para sobrevivir, ya que entiende que nos encontramos ante una emergencia. «Cuando comemos rápido se activa este instinto primario y todo lo que comes te engorda más«, confirma Ojeda.
Sí, cuando ingieres alimentos demasiado deprisa, das señales equivocadas al cerebro para que acumule energía porque existe un peligro próximo, por lo que debe estar preparado. Lo que antes les servía a nuestros antepasados para escapar de un león hambriento, ahora sólo confunde a nuestro sistema y nos hace acumular grasa sin ningún sentido.
Según explica Pablo Ojeda, habría una gran diferencia entre comer rápido y comer lento, y no sólo porque tu cuerpo acumula grasa. Según explica, cuando comes lento, le das tiempo a tu cerebro a enviar una señal a tu estómago para indicarle que ya no necesitas ingerir más alimento. Lo que se conoce como sensación de saciedad, «tarda unos 10-15 minutos en llegar a tu estómago», indica el experto. Es por eso por lo que a veces comes demasiado cuando, en realidad, ya estás lleno.
Cómo aprender a comer despacio
Si estás acostumbrado a comer rápido, puede que al principio te cueste cambiar este hábito, pero con constancia y consciencia, se puede conseguir. Lo primero es contar el número de veces que masticas cada bocado. Sí, es un aburrimiento, lo sabemos, pero los beneficios son muchos. Deberías masticar unas 20 veces cada cucharada que te lleves a la boca, lo que activa el proceso de digestión y favorece la liberación de ácidos y enzimas que ayudarán a descomponer los alimentos.
Otro truco que puedes emplear, es dejar los cubiertos en la mesa cada vez que te lleves comida a la boca y no volver a cogerlos hasta que no hayas masticado y tragado toda la comida de la boca. Beber agua despacio entre bocado y bocado también puede ser una opción muy efectiva además de saludable, ya que la mayoría de nosotros no nos hidratamos lo suficiente.
Siéntate en una mesa, no en el sofá, y dedicate plenamente a la acción de comer. Eso significa eliminar cualquier distracción como puede ser el teéfono, la televisión, el ordenador, la tablet o incluso el último libro que te estabas leyendo y te tiene tan enganchada. Debes concentrarte en lo que estás haciendo para conseguir comer a la velocidad adecuada y, de paso, disfrutar de la comida. Verás qué cambio.