Ana Calvo


Ana Calvo


Más allá de las grandes capitales europeas como Madrid, París, Roma o Londres, que combinan su histórica belleza, su esplendor arquitectónico y su efervescencia cultural con calles y atracciones abarrotadas de turistas, en el corazón de Europa se esconde una joya que pocos viajeros han descubierto: Liubliana, la encantadora capital de Eslovenia.

Manejable y vibrante, sorprendente y cautivadora, Libliana combina el romanticismo de ciudades como Praga con la tranquilidad de una aldea alpina en Suiza. Sus calles adoquinadas en las que parece que se ha detenido el tiempo se llenan de vida, música y aroma a café, convirtiéndola en un destino ideal para aquellos que buscan escapar de las multitudes, sin renunciar al encanto histórico del Viejo Continente.

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A orillas del río Ljubljanica, el centro histórico de Liubliana es un paseo peatonal lleno de color, arte y arquitectura. Los puentes que lo cruzan son obras maestras que conectan siglos de historia y a su alrededor, terrazas soleadas y mercados artesanales invitan al paseante a sentarse y disfrutar sin prisa. Turismo cultural slow y amable con el misterio y la magia de un secreto que solo contarías a tus mejores amigos. Para que no se masifique, sobre todo.


Puente de los Dragones, emblema de la ciudad de Liubliana.


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Guía de viajes: qué ver en Liubliana

Liubliana es una ciudad verde, en el sentido más literal, ya que ha sido reconocida como una de las capitales más sostenibles de Europa, así que lo normal (y para sorpresa de los que vivimos en Madrid, por ejemplo) es ver más bicis que coches. Por no hablar de sus imponentes parques, como el inmenso Tivoli, un pulmón natural que a pocos minutos del centro, ofrece un respiro perfecto para un picnic o una siesta a la sombra, o para pasear relajada por sus senderos arbolados.

Entre todas las joyas arquitectónicas con historia que esconde Liubliana, sin duda una visita imprescindible es su castillo, una robusta fortaleza militar del siglo XII bien restaurada que domina la ciudad desde la Edad Media, encaramado en lo alto de una colina con vistas panorámicas a la capital eslovena.


El castillo medieval domina la ciudad.


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Abierto al público en verano todos los días de la semana de 9 de la mañana a 8 de la tarde, se puede subir a él caminando o en funicular y desde sus murallas se contempla una ciudad tejida de tejados rojos y torres esbeltas, enmarcada por los Alpes Julianos. Además, su interior acoge exposiciones interactivas y una sorprendente historia medieval que nos invita a un viaje al pasado sin movernos del presente.

En un recorrido por el centro histórico de Liubliana, manejable, agradable de pasear y accesible, no podemos perdernos la catedral de San Nicolás, de estilo Barroco, con imponentes frescos y esculturas en el interior y una llamativa cúpula verde custodiada por dos torres gemelas. O la Plaza Prešeren, en honor al porta más importante del país, con su Iglesia Franciscana de la Anunciación y su Farmacia Central o Palacio Meyer, con su preciosa fachada Neorrenacentista.

Además, visitaremos el Mercado Central, ubicado a orillas del río. Y es que precisamente el río Ljubljanica nos ofrece un espectáculo de puentes que lo cruzan que bien merecen un paseo: del Puente Triple al de los Carniceros, sin olvidar el Puente de los Dragones, emblema de la ciudad.

Y es que la capital eslovena se conoce también como la ciudad de los dragones porque, tal y como cuenta la leyenda, Jasón, héroe de la mitología griega, mató al dragón que habitaba en una ciénaga en la actual Liubliana junto con los argonautas, después de huir del rey Eetes tras haber robado el Vellocino de Oro.


Barrio de Metelkova.


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Los amantes del arte y la cultura también encontrarán en Liubliana un festín inesperado. El barrio de Metelkova, una antigua base militar convertida en centro cultural alternativo y un tanto irreverente. Un hervidero de creatividad urbana al más puro estilo Williamsburg, en Nueva York, donde murales, instalaciones y conciertos al aire libre conviven con galerías de arte contemporáneo en un espacio vivo donde se respira libertad, experimentación y comunidad.

Además, gracias a su ubicación, Liubliana también es un excelente punto de partida para explorar otros tesoros de Eslovenia: en menos de una hora se puede llegar al lago Bled o a las espectaculares cuevas de Postojna. O llegar al litoral adriático, donde podremos descubrir maravillosas ciudades costeras como Piran, Izola, Koper o Portoroz, mucho menos masificadas que las playas de Croacia o Grecia, pero con el mismo encanto.

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