Ana Calvo

Ana Calvo

Elegir las flores y plantas que colocaremos en nuestra casa es mucho más que una mera decisión estética. Cuando lo hacemos, no solo se trata de apostar por los colores que más nos gustan o las variedades más vistosas
, que por supuesto es importante: hay que ser consciente del espacio donde van a alojarse para garantizar que, en ese entorno y con esas características concretas, puedan crecer sanas y en todo su esplendor.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta cuando vamos a decorar nuestra casa con plantas, ya sean los espacios interiores o la terraza o el jardín
, es que estas son seres vivos. Y aunque sean un detalle de lo más ornamental que llenará nuestro hogar de color y nos conectará con la naturaleza, buscarles a estas plantas un espacio adecuado será clave tanto para el resultado estético final, como para el cuidado del ecosistema.

Por eso, ahora que estamos en pleno proceso de renovación de nuestras terrazas y jardines (con un poco de retraso este año por las intensas lluvias del comienzo de la primavera), nos hemos fijado en la gerbera, una planta con flor que, más allá de su belleza y sus colores vibrantes, es una apuesta segura si la vamos a colocar en una zona con mucho sol.

Procedente del cinturón subsahariano y Madagascar, la gerbera es una suerte de margarita africana (ambas pertenecen a la familia de las Asteraceae) que incluye más de una treintena de especies diferentes y empezó a popularizarse en Europa a principios del siglo XVIII conocidas como ‘áster etíope’, aunque no fue hasta 1738 cuando Carl von Linné las introdujo en el sistema botánico.

Estos arbustos perennes con hojas festoneadas de un verde muy intenso destacan por sus llamativas flores en forma de soles en una amplísima variedad de colores (rojas, fuscias, naranjas, amarillas, moradas, rosas clarito y, por supuesto, blanco) que emergen de tallos que pueden alcanzar más de 50 centímetros y que, según envejecen, se van agrupando en rosetas en la base.,

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Cuidados fáciles de la gerbera, la margarita más resistente al sol

Pero como decíamos al principio, elegir las plantas y flores de nuestra casa no solo es una decisión estética y, en este caso, lo que nos lleva a las gerberas es, precisamente, su gran resistencia al sol y al calor, lo que la convierten en una opción perfecta para aquellas que tengan una terraza o jardín muy expuestos al sol directo.

Uno de los primeros aspectos a los que debemos atender cuando de plantas se trata es la ubicación y la gerbera nos lo pone muy fácil: no solo tolera bien ese sol directo, sino que lo agradece. Eso sí, si las temperaturas son muy elevadas (lo ideal para ellas es estar entre 20 y 25 grados), es mejor tenerlas en semisombra y que ese sol directo le dé a primera hora de la mañana. Y si vivimos en un clima frío, lo mejor es cultivarlas en maceta para poder resguardarla con la bajada de temperaturas del invierno.

Su origen en el África Subsahariana también determina sus exigencias en cuanto a riego se refiere: la gerbera es una planta que tolera la sequía y no soporta el exceso de agua ni el encarcamiento. Aunque el truco de comprobar si el sustrato está seco siempre funciona, la pauta general marca un par de riegos a la semana en primavera y el doble en verano. Eso sí, nunca las riegues directamente en el centro de la planta, ya que pueden pudrirse.

Esta baja resistencia al encharcamiento hace que debamos prestar especial atención al buen drenaje del terreno o la maceta en la que se plante la gerbera, que también agradecerá si le aplicamos un fertilizante líquido cada dos semanas para que esté bien nutrida, sobre todo en primavera y otoño.